Si no eres capaz de dejarlo todo, si aún sigues atado por tus cadenas a tus temores y emociones, entonces seguirás languideciendo en el estertor de tu lenta agonía, hasta desaparecer ahogado en la triste lucha de la existencia.
Solo quien logra vaciar su copa de rancio vino, para luego escanciar Gran Reserva, beberlo y desechar la copa, como último gesto antes de la sublimación, de la Unión con Él, podrá verle de frente por un segundo y sentir el verdadero y único Gozo.
En la Renunciación -aquel desaparecer para no ser- está la fortaleza de un alma piadosa y la verdadera nobleza del León.
Volvemos al Silencio.