Pido perdón por la calidad de la traducción y espero vuestra comprensión, no es mi fuerte. He dejado la traducción hasta el punto importante, el resto del artículo lo tenéis en su idioma original si deseáis ir más allá. Pero tan solo el planteamiento de Vivenza sobre nuestra relación con los ángeles ya aporta mucho en que pensar.
Saint Martin, quien desde el principio de su camino iniciático fue puesto en contacto con los ángeles, se distinguió por un análisis original que le llevó, no sólo a apartarse rápidamente de las prácticas externas aprendidas en su primera iniciación en Burdeos, que cualificaba «de vía incompleta y peligrosa», pero además, y sobre todo, le llevó a proponer una reflexión absolutamente original que daría a conocer las verdades nuevas que enriquecerían notablemente todo lo que se había dicho y afirmado sobre el tema de las criaturas celestes y su relación con el hombre.
Así, no contento de romper con los ritos externos de una teúrgia nacida de fuentes mágicas impuras, una teúrgia que denunciará con un vigor extraordinario juzgando sus métodos como «imprudentes», «inútiles y plenos de peligros», considerándola no sólo como totalmente ineficaz para «operar» la reconciliación del hombre, sino además que podría conducir directamente al alma que se deja llevar hasta las regiones tenebrosas, esclavizándola bajo potencias inferiores, San-Martin que abandonará las prácticas teúrgicas, propondrá una novedosa angeología y, como consecuencia inmediata, un nuevo modo espiritual en la relación del hombre con los espíritus celestes."
es decir la de Martinès de Pasqually,
era por cierto incapaz de curar los males del hombre,
pero, peor todavía, incluso servía para aumentarlos.
Pero si esta presencia cercana a nosotros del espíritu buen compañero es un provisión valiosa, una ayuda caritativa, un guía importante, la verdad, sin embargo, es a menudo ignorada por los lectores de Saint-Martin, verdad que por tanto sólo nosotros daremos a entender y es la que constituye, en su totalidad la originalidad del pensamiento del Filósofo Desconocido, así como su gran diferencia con la enseñanza de Martinès de Pasqually.
Es también uno de los puntos menos comprendidos de la concepción de Saint-Martin, porque derriba casi totalmente, en cierta medida, la idea acostumbrada y corriente que se tiene sobre la relación del hombre con los ángeles ya que, y es éste un elemento esencial, Saint-Martin nos revela que el ángel buen compañero, nuestro guardián fiel, depende totalmente de nosotros para poder probar los efectos del sol eterno, depende del alma para acceder a la vida divina de la que está alejado debido a su ministerio junto a la humanidad.
En lo que insistía Saint-Martin, es que no nos es propio «rogar» a los ángeles para que nos den a conocer a Dios, sino a ellos de pedírnoslo porque tenemos que instruirlos ya que el hombre, por el Hijo, puede hoy acercarse al Padre en su naturaleza; digo esto por qué, así como lo recordará magníficamente San Juan de La Cruz (1591), es en el corazón del hombre que Dios tiene su estancia: «Dios reside sustancialmente en el alma, en este santuario donde ni el ángel ni el demonio pueden penetrar.»
Es exactamente lo que dice admirablemente Saint-Martin en un pasaje del Ministerio del hombre-espíritu: «Los ángeles conocen al Padre sólo en el Hijo. No lo conocen en él mismo, ni en la naturaleza...»